FRUTOS GENEROSOS
Por: Licda. Mirna Lissett Carranza Archila
Docente de Zootecnia
Si uno recorre el camino hacia el oriente del país- “el corredor seco”-, ve por doquier la hierba mustia, seca, amarillenta. Subines y otros arbustos desnudos y tostados por el calcinante sol, uno que otro árbol que sus flores despliega en variedad de colores, como el madre cacao que brinda un lila o rosado hermoso, arbustos como el “chaparro” con sus florecillas blancas, en fín, otros con multicolores capullos, y en esas intrincadas ramas se filtran volando los azules guardabarrancos, las chorchas con sus relucientes plumas naranjas o amarillas, pumuyas, torditos, torcazas y bandadas de gorriones. Es paradójico que siendo un área tan “seca” y ardiente prodigue tales visiones y además los jugosos y dulces frutos de la época en los primeros meses del año; como los mangos, chicos, marañones, zapotes y mameyes. Y, es que los generosos árboles de mi cálida tierra, saben guardar el líquido más precioso en sus entrañas para regalarnos las mieles sabrosas, para deleitarnos, saciar sed y hambre en tan rústicos lugares. Aunque el vital líquido de las “tomas” de las vegas, huertas y regadíos ha disminuido, es en los patios de cada vivienda donde encontramos los benditos árboles frutales, que alborozados se llenan de pájaros al caer la tarde, comparten sus tesoros comestibles con los seres alados, doblegando sus ramas para proporcionar abrigo y sostén.
Qué maravilloso sería que nosotros los sabios humanos aprendiésemos la lección de vida y ahorráramos tan preciado recurso como es el AGUA. Si en este pedazo de suelo abundara el cristalino murmullo de las cascadas y ríos seríamos el paraíso soñado. Pero aún con el poco sustento que brinda el subsuelo, disfrutamos de las dulces viandas llenas de jocotes de San Jacinto, cual rubíes preciosos aprecian adultos y niños.